El enemigo expuesto

1

Cuando Julian se acercó al árbol de pascua en busca de su regalo, se produjo un silencio demasiado inoportuno.  Uno a uno habían ido sacando sus presentes que algún desconocido les había dejado bajo el árbol (con la debida etiqueta indicando claramente el destinatario) , en ese emocionante ritual que llamaban “amigo secreto”*.  Dorothy había recibido, con una luminosidad indescriptible en su mirada, un set de limpieza de manos cuya procedencia se adjudicó prontamente Claude, quien dijo ser la única capaz de conocer con exactitud los aromas, texturas y sabores que Dorothy amaba tener en sus dedos. Claude, a su vez, obtuvo ese molde torta en forma de estrella que tanto necesitaba y que Mero confesó haber comprado. Mero consiguió de parte de Mark la camiseta de su equipo de futbol favorito. Pepita admitió que ella había traido el único libro de Coelho que Mark no había leído y además se sintió muy contenta cuando abrió los chocolates que Julian le había obsequiado.

Pero para Julian no era tan sencillo. Como  el año pasado recibió un disco de villancicos interpetados por un coro de perros, se había convertido en un traumado por el «amigo secreto», esos que cada año temían tener el peor regalo de todos y ser el blanco de burlas y risas. Esta actividad de fin de año se había convertido en un calvario para el pobre de Julian.

Tomó esa pequeña caja envuelta en un llamativo papel rojo con cierto temor y se aprestó a abrirlo mientras sonreía nerviosamente al resto de sus amigos. Rasgó con la uña la cinta adhesiva repetidas veces, cuando por fin cedió tiró de ella, liberó uno de los pliegues del papel, luego deslizó sus dedos por debajo y desvistió con total parsimonia su regalo.

El temor se apoderó de los presentes:

Era una caja negra.

Julian miró al resto, buscando alguna mirada cómplice que confesara el secreto y le diera indicaciones para proceder. Pero lo único que vio en cada uno de los ojos que lo observaban fue un terror puro, casi demoniaco.

Abrió la caja y con eso comenzó la más grande tragedia de su vida.

Dentro de ella habían tres sobres.

¿Serán gift cards? – preguntó.

Silencio.

El temblor de su mano le impidió abrir con soltura el primer sobre. Tuvo que rasgar el papel con fuerza para poder extraer la única hoja que se encontraba dentro.

Que extraño… es una boleta… – dijo.

Mark dejó caer su vaso,  el cual se estrelló contra el piso y explotó en un estruendo que hizo aún más tensa la situación. Nadie se movió ni un sólo milímetro. Las piezas rotas de vidrio esparcidas por el suelo reflejaron la angustia de los presentes por toda la habitación.  Se podía escuchar incluso el sonido de la bebida deslizándose por la alfombra.

– Parece que alguien compró cada uno de los regalos en una misma tienda… el set de limpieza, el molde de torta, la camiseta del real madrid,  la basurita de Coelho, todos aparecen en esta boleta. ¡Todos!

Silencio.

– Debo admitir que le pedí a Dorothy que comprara tu regalo Mero… tú sabes… ella es tan ocurrente – dijo Mark, visiblemente contrariado.

– Y yo aproveché de encargarle a ella algo para tí Mark. En verdad no sabía qué cosa regalarte – agregó Pepita.

– ¿Y supongo que tú te sumaste y le pediste mi obsequio también? – le increpó Claude a Mero – Me imaginaba que sólo Dorothy podía saber cual era el molde que me faltaba. Bueno… no te culpo, yo también me ayudé de ella para elegirle algo, ella misma se compró su presente.

Dorothy, quien hasta el momento se había mantenido aparte en la conversación, comentó que «no tenía mayor importancia» y aseguró que «fue la mejor opción para todos». Por último lanzó una risita mientras vociferaba que «soy la que los conozco mejor y ustedes lo saben».

Pero algo estaba jodidamente mal. No podía ser que el «amigo secreto» dependiera de una sola persona… esa no era la idea! La gracia del juego es que cada uno se las ingenie para agradar al amigo que le tocó. La revelación de Julian cambiaba radicalmente las cosas, pues el hecho que Dorothy comprara todos los regalos significaba que la cosa no estaba funcionando, que quizás el «amigo secreto» debería quedarse por siempre en las tinieblas.

Julian abrió el segundo sobre con la esperanza que su contenido calmara los ánimos y pudieran terminar la tortura en la que se había convertido la reunión. Aparte Pandora, Barack y Finn todavía no habían abierto sus regalos y era injusto tenerlos esperando. Dentro del sobre había una tarjeta de identificación con la fotografía de Dorothy, pero bajo el nombre de Judy Black. Su pecho se apretó por la verdad que crecía dentro.

¡Dorothy Whitehead es una impostora! ¡Su verdadero nombre es Judy Black!  – gritó Julian mientras apuntaba a la afectada y exhibía la tarjeta con la mano en alto.

Judy comenzó a llorar. Mark se avalanzó contra ella, la sujetó de los hombros y le recriminó lo falsa que era. ¡Mentirosa! ¡Eres una mentirosa! Pepita se abrazó con Mero tratando de contener las lágrimas y Claude tomó varias veces de su bebida, intentando que la coca-cola le diera fuerzas para enfrentar lo que estaban viviendo. Barak y Finn se miraron el uno al otro, buscando  inutilmente una justificación a la crisis que se les había caído encima. La persona en la que más confiaban en el mundo no era la que había aparentado ser.

– ¿Y qué hay en el otro sobre? – preguntó Pandora a Julian, haciendo que todos se voltearan hacia él. Ya no lo miraban con miedo… el temor en sus ojos se había convertido en una extraña determinación. Se le empezaron a acercar, a rodearlo y hacerle pensar en lo peor.

Julian apretó el sobre que aún permanecía sellado con todas sus fuerzas, se abrió paso a empujones, golpeó involuntariamente su hombro en el marco de la puerta y, pese al tambaleo, corrió despavorido hasta la calle.

Sabía que ese tercer sobre era su única salvación.

– Si no lo revelo en el momento exacto, estaré perdido – se dijo a sí mismo mientras subía a un taxi.

– Al aeropuerto por favor.


2

Alguien debería hacer una película o un libro sobre wikileaks, pero onda universitarios, grupo de amigos o algo del estilo – dijo Alonso a altas horas de la madrugada. Su hermano gemelo, que dormía en la cama de al lado, no respondió.

Debe haberse quedado dormido– pensó – Mañana se va a levantar con la idea en la cabeza, creyendo que es suya…

Alonso sonrió.

Su primera «inception».

 

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* también conocido como “amigo invisible” o “secret santa” en otras partes del mundo.