Las 19 mejores películas del 2019

Acá estoy como todos los años a punto de escribir eso que prometí no escribiría. A medida que pasa el tiempo, me parece que comparar películas va perdiendo cada vez más sentido. Sin embargo, he visto tanta lista de «mejores» películas del 2019 tan malas (mucho theme park, poco cinema) que siento el deber de aportar mi granito de arena al mundo. Además, créanlo o no, algun@s me han pedido el ranking (onda «hey Seba ya terminó Enero y nada…»). Para ell@s va esta lista. Tampoco voy a negar que hacer este post me sirve para practicar ese tipo de escritura que tengo muy abandonado.

Como siempre: no son las mejores, son las que más me han gustado. Además el requisito es que se estrenaran en sus países de origen o festival durante el 2019. Traté de ponerlas en cierto orden (de la que menos me gustó a la que más me gusto, siendo que todas me gustaron mucho obviamente). Para calentar motores parto con un bonus de 5 series que considero dignas de ser llamadas «cine». Luego me lanzo con el ranking de 19 películas. No hace falta decir que no vi todas las películas que se estrenaron. Recuerden que el cine es mi hobbie y que tengo un trabajo que me consume casi todo mi tiempo. Entre las que me faltaron destaco las últimas de Pedro Costa (Vitalina Varela), Ignacio Agüero (Nunca subí el Provincia) y Mariano Llinás (La flor). Esos tres nombres son de tanta calidad que me atrevería a decir que es imposible que no me fascinen sus películas. Tampoco vi Joker porque me cuesta demasiado interesarme en una película de superheroes y además Don Martin Scorsese dijo que no era cine (así que para qué).

Bonus (Series de Televisión o Streaming)

Fleabag [ Temporada 2 – Amazon ]

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Fleabag es una serie muy cortita que fácilmente podría pasarse cada una de sus dos temporadas (no tiene ni tendrá más) como una película en el cine. La primera temporada, si bien es atrayente y entretenida, es una de las tantas buenísimas series de la llamada «época dorada» de la televisión/streaming. Sin embargo, el primer capítulo de la segunda temporada es un golpe a la mesa y un cambio en el juego de las comedias escritas para televisión. Una clase de cine (sí, cine) que me dejó estampado en el sillón de mi casa. Y de ahí puro suma. Una segunda temporada que es una delicia y que me repetí en seguida apenas la terminé.

Barry [ Temporada 2 – HBO ]

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Este 2019 fue un año para el recuerdo. Entre otras cosas, visité Japón. En algún próximo post detallaré esa aventura, pero puedo contar como mini-avance que estaba super apestado por lo largo del vuelo. Afortunadamente el «sistema de entretenimiento» del avión tenía casi todo el catalogo de HBO. Decidí ver Barry, una «comedia» que tenía hace rato en la mira y que trata sobre un asesino a sueldo, veterano de guerra gringo que no encuentra como reinsertarse en la sociedad, y que de a poco se mete en un taller de improvisación teatral. Es maravillosa. El vuelo se me hizo nada al disfrutar «de una sentada» las dos temporadas que existen (más en proceso). El capítulo 5 de la temporada 2 es, para mi, un punto cúlmine en el desarrollo creativo de la humanidad.

When they see us [ Mini-serie – Netflix ]

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Ava Duvernay es una directora que lleva la bandera de los afroamericanos en la industria del cine y TV en Estados Unidos. Si bien no soy un fan de todo lo que hace, destaco un par de obras que considero sublimes. When They See Us es una de esas. Mini-serie de cuatro capítulos que relata una historia imposible, pero lamentablemente super común. La serie mantiene un nivel alto de principio a fin y su último capítulo es una obra maestra. Te pega donde (y cuando) te tiene que pegar, sin sacrificar ni un ápice de belleza.

Game of Thrones [ Temporada 8 – HBO ]

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Sé que el mundo odió el final de Game of Thrones, la (para mi sin ninguna duda) mejor serie de todos los tiempos. Si bien concuerdo con que metieron en pocos capítulos lo que debió haberse desarrollado en unos veintitantos, creo que no es tan mala como la mayoría dice. De hecho, esta temporada tiene varios capítulos y escenas que para mi se elevaron alto en la historia de la televisión. El capítulo que yo considero el mejor es el de la muy esperada The Long Night. Tuvo problemas técnicos en su transmisión (se veía poco por ser demasiado oscuro), pero son responsabilidad de los proveedores de cable chilenos que no transmiten HBO en HD (por más que digan que lo hagan). Sin embargo, si uno mira este capítulo en alta calidad (como por ejemplo los Blurays que ya están disponibles o la app de HBO), puede disfrutar de una obra maestra. Y lo que me tiene más impresionado, es que entre tanta producción (un capítulo que costó 15 millones de dólares, que se demoró 11 semanas sólo en su filmación y tuvo a más de 750 actores en una locación de clima inhóspito) fueron capaces de desarrollar lenguaje cinematográfico y proponer elementos creativos que me dejaron con la boca abierta. Quizás la última vez que en la vida espere una serie cada domingo y que me genera tal nivel de adrenalina, ansiedad y emoción. Inolvidable.

Succession [ Temporada 2 – HBO ]

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Por años se anduvo debatiendo cuál sería la «nueva Game of Thrones«. La encontramos. Es Succession. El mismo nivel de juegos de poder y traición, la misma genialidad en la escritura de diálogos, la misma construcción detallada de personajes, etc. Lo único que es distinto es que esta vez la historia es de esas que si se las cuento no les interesará para nada ver, pero que cuando estén frente a la televisión les será imposible parar. La serie más contemporánea de la actualidad. Must see.

Las 19 mejores películas del 2019

Uncut Gems [ Josh and Benny Safdie – USA ]

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Tuve la oportunidad de ver esta película en el cine hace un tiempo en Estados Unidos. Dado que mi viaje era principalmente por trabajo, tenía tiempo muy limitado para ir al cine. Terminé viendo esta película un día a las 9AM. Se me pasaron dos horas en lo que yo creí fueron dos minutos. El mejor desayuno de mi vida. Tremenda película. Angustia al máximo. Ahora, para su comodidad, ya está en Netflix.

The Nightingale [ Jennifer Kent – Australia ]

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Si bien suelo repetirme muchas veces lo que me gusta (como cuando devoro papas fritas compulsivamente), The Nightingale es una película que jamás volveré a ver. De una manera muy cruda muestra los abusos que sufrieron los pueblos aborígenes de Oceaní ante el hombre blanco invasor. Sólo para estómagos fuertes. Lo que destaco de ella es como se las arregla para elevar su propuesta cinematográfica, a pesar de que muestra la violencia y maldad de manera tan explícita. Me es difícil de explicar. No es que intente crear morbo, construye sobre sus imágenes una historia que nos genera mucho más que eso. Es de la misma directora de The Babadook (Jennifer Kent) y, por ende, es gran película.

Us [ Jordan Peele – USA ]

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Us es una película de terror con altos (muy altos) y pocos bajos. Su primera mitad es perfecta. No sé si es la mejor película, pero es lejos las dos horas que más me entretuve en el cine el 2019. De qué trata? sobre el terror de tener un gemelo.

The Souvenir [ Joanna Hogg – Inglaterra ]

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Mire esa foto que acabo de poner y trate de decirme de qué se trata esta película. Obra maestra.

High Life [ Claire Denis – Francia ]

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Considero a Claire Denis uno de los talentos más grandes del cine de nuestro tiempo (y lo ha sido durante décadas). Cuando supe que haría una película de ciencia ficción con Juliette Binoche no lo podía creer. Cumplió con todas mis expectativas y más. Hago el disclaimer que es una película osada y que no será del gusto de todos. Aún así, de lo mejor que se hizo en el año.

The Lighthouse [ Robert Eggers – USA ]

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Este año me obsesioné leyendo mitología griega. The Lighthouse es mitología americana, si es que eso existe. Más encima es en blanco y negro y en formato académico (casi cuadrado). No podría haberme fascinado más.

Les Miserables [ Ladj Ly – Francia ]

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Si alguien anda todavía buscando una explicación de lo que ha pasado en Chile tiene que ver esta película. Es como Ciudad de Dios pero para adultos que piensan. Ambientada en Paris justo después que los franceses ganaran la copa del mundo. No tiene nada que ver explícitamente con Los Miserables de Victor Hugo, pero todo que ver implícitamente.

The Farewell [ Lulu Wang – USA/China ]

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Esta fue la gran sorpresa de la temporada. De las otras películas en la lista yo algo sabía o conocía previamente, pero de The Farewell nada. Obviamente había leído buenísimas «críticas» de parte de páginas gringas especializadas, pero esas alaban hasta las de Marvel. Aún así, me pilló desprevenido y me emocionó mucho. Trata sobre una familia de immigrantes chinos y su relación tan profunda y hermosa con la abuela matriarca. También trata sobre lo que Occidente puede aprender de Oriente. Gran película, con varias ideas que me quedaron dando vueltas en la cabeza por muchos meses. Además, tiene al mejor duo de actuación del año (la nieta y la abuela).

Midsommar [ Ari Aster – USA ]

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Midsommar es una película de terror psicológico que no va a dejar a nadie indiferente. La amas o la odias. Yo la amé. Trata sobre un quiebre romántico y un quiebre social. Preciosa película. No hay fotograma que no sea maravilloso. Segunda película de Ari Aster (después de Hereditary). Segunda obra maestra. Mil aplausos. Florence Pugh (actriz principal) se manda tremendo papel también. Mil flores.

Once Upon a Time… in Hollywood [ Quentin Tarantino – USA ]

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La película más ambiciosa de la década. Mezcla todos los géneros para contar que en los 60 se murió el cine Hollywoodense. No soy un fanático acérrimo de Tarantino, pero con ésta se ganó toda mi devoción.

Mirai [ Mamoru Hosoda – Japón ]

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Considero a Mamoru Hosoda un genio. El tipo no ha hecho siquiera un segundo en ninguna de sus películas que yo no disfrutara/amara. Y entre tanta obra maestra, creo que Mirai es su mejor película. Hay una escena en particular que me saca lágrimas sólo con recordarla. Mirai es una película bellísima.

Dolor y Gloria [ Pedro Almodóvar – España ]

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Almodóvar mezcla todos los temas que ha tocado en su carrera en esta grandiosa obra cinematográfica, que es tan hermosa como emocionante. Derrocha estilo (como siempre) y te mata escena tras escena con un guión que es para leerselo y releerselo mil veces.

A hidden life [ Terrence Malick – USA ]

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Terrence Malick (The tree of life, Days of Heaven, The thin red line y un largo etc) siempre ha sido uno de mis directores favoritos. Es tanto lo que me gusta, que incluso elogiaría los videos que graba en su celular en los cumpleaños de sus sobrinos (aunque lamentablemente esos videos jamás han salido a la luz). En sus inicios lanzaba una película cada 10 años (no estoy exagerando) y últimamente ha estrenado incluso dos al hilo en la misma temporada. Sus primeras películas tenían un relato más bien tradicional, mientras que las últimas son muy reflexivas y, algunos consideran, medias random. Ese cambio en su ritmo y en su estilo me hizo preguntarme cómo Malick obtenía sus ideas para filmar una película. Con A Hidden Life lo entendí por fin. La pregunta no es un «cómo?», sino que un «por qué?». Trata sobre un campesino austriaco que se niega a ir a la guerra por Hitler.

Transit [ Christian Petzold – Alemania ]

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No sé qué decir de esta película sin estropearles la experiencia. Lo único que voy a decir es que la encontré tan maestra que me vi toda la filmografía del director este año. No había visto ninguna de Christian Petzold y algunas hasta me las vi dos veces seguidas. Un genio.

Little Women [ Greta Gerwig – USA ]

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¿Cómo contar una historia que ha sido contada decenas de veces de manera diferente? Ese es el monumental desafío que toma Greta Gerwig con Little Women. Para mí, sale victoriosa y con honores. Un cuento tan antiguo como el tiempo es actualizado y, a pesar de su forma tierna y emotiva, no deja enemigo con cabeza. De mis 5 películas favoritas del año. Lo mejor? Esas dos líneas temporales, ambas ascendentes, diferenciadas por colores y bizos

Parasite [ Bong Joon-Ho – Corea del Sur ]

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Parasite es una obra maestra del cine coreano. Representa un punto altísimo de una ola de grandes películas que han llegado en las últimas décadas desde Corea del Sur. Es además la película del año, en el sentido de que fue extremadamente popular y rompió la taquilla de todos los países donde se presentó, teniendo un mensaje atingente y actual. Una película que hay que ver y comentar. Además, es casi perfecta. La música, la edición, las actuaciones, el guión, la fotografía, la producción, etc. Todo sobresale. Parasite es esa excepción de un gran cineasta (Bong Joon-Ho) haciendo una gran película con un presupuesto altísimo. Una superproducción con intención y estilo.

Retrato de una mujer en fuego [ Céline Sciamma – Francia ]

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El retrato de una mujer en fuego es un nuevo clásico del cine. Sciamma, la directora, se inspira en Bergman y Campion, creando una obra única e irrepetible. Borges hubiera amado esta película. Emotiva al extremo. Para verla millones de veces.

The Irishman [ Martin Scorsese – USA ]

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Martin Scorsese es uno de los dioses del cine y The Irishman es su película más grande. Period. Muchos andan diciendo que es muy larga, que los efectos no están bien logrados, que el personaje que no habla, que la patada de DeNiro y blah blah blah, pero la verdad es que son producto de esta cultura «everything wrong with» que hace rato invadió las redes sociales. Digan lo que digan, se me va a erizar la piel y dar escalofrios cada vez que vea la película de nuevo y llegue a la escena donde Al Pacino dice «they wouldn’t dare». Yo digo que The Irishman es maestra y entonces así es. Está en Netflix. Obvio.

Atlantique [ Mati Diop – Senegal ]

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No me acuerdo quién lo dijo (probablemente Don Martin Scorsese), pero el cine es simplemente un asunto de lo que está dentro y lo que está fuera del encuadre. Si lo miramos así, Atlantique es por lejos la mejor película del año. Y para hacerla más interesante, es una historia de amor y fantasmas. Maravillosa. Esta es la primera película como directora de la actriz Mati Diop y es un debut tan impresionante que se condenó toda su carrera a ser así de genial. Me podría gastar semanas enteras hablándoles sobre los diversos temas que esta película no sólo toca, si no que analiza con toda profundidad. Es puro cine. Y es un cine nuevo y necesario. Es la mejor película del año y está en su Netflix.

Fotógrafo

Debo explicar un poco la situación: soy fotógrafo. Hay muchas cosas que no recuerdo bien, por lo tanto, no estoy seguro. Pero creo que todo empezó como un juego. A ella le gustaba posar. Íbamos caminando y de improviso, ahí en mitad de la calle, recreaba alguna emblemática imagen de alguna diva de Hollywood o el semblante solemne de las actrices de la nueva ola francesa. Ella misma decía que se sentía como la reencarnación de Anna Karina. Siempre lo encontré curioso. Por varios motivos, pero hoy destaco dos: (a) yo jamás me atrevería a hacer morisquetas en mitad de la calle ante los ojos de cualquiera y (b) Anna Karina aún estaba viva (e imagino que ajena a cualquier proceso que involucre su muerte y el hipotético período posterior). Un día decidí fotografiar algunas de esas ocasiones. No recuerdo si fue idea mía o si fue ella la que me lo pidió. Justo antes de atardecer, cuando tratábamos de volver a casa, la retraté por primera vez. Ella levantó sus brazos al cielo, como si estuviera cantando la última nota de la obertura de un musical. Clic. En un principio sólo valoré la estética de la fotografía. Su perfil era muy bello. No sé si era la forma de su nariz o quizás la armonía en su rostro debido a la perfecta ubicación de sus enormes ojos. Me pareció que los seres humanos disfrutarían de una colección de fotos de ella. Ella sonriendo mientras el sol le ilumina la cara, ella serena mientras el vapor de su taza de té le calentaba los labios, ella devastada mirando un horizonte frío, ella riendo mientras abraza a su perro, ella asustada al ver una sombra en la ventana, ella pensativa mientras saboreaba su desayuno, ella llorando aferrada a un teléfono que contaba malas noticias, ella durmiendo rodeada de sábanas blancas, ella siendo ella. Tomé fotos a color, a escala de grises, a blanco y negro, con tonos sepia e incluso negativos. Un par de veces hasta retoqué las fotografías y las llené de colores que no existían y texturas que el mundo no ofrecía. Con el tiempo fui creando una considerable colección de fotos de ella. No hubo foto que no tomara de ella ni emoción que ella no dejara de transmitir a mi lente.

Años después me senté en mi escritorio a contemplar las fotografías. Mi intención era armar un portafolio para una exhibición que tenía en mente. Sabía de un estudio de arte que ofrecía su vestíbulo para que artistas mostraran su trabajo. No era el museo de Bellas Artes, pero estaba bien para empezar. Además, era lo suficientemente pequeño como para aceptar artistas de poco recorrido, lo que justamente era yo en ese entonces. Pasé horas eligiendo las fotos más bellas y novedosas. Muy pronto caí en la cuenta que algo faltaba. Por más que buscaba, no la encontraba a ella. Tenía centenares de fotos de su cara, de su cuerpo y de sus emociones, no así de su esencia. Si llegase a cumplir mi sueño de estrenar una exposición con estas fotografías, los visitantes de la galería mirarían con moderado entusiasmo a un rostro bonito. Yo quería más que eso. Lo que buscaba era mostrar al mundo lo que era ella. Que los visitantes salieran de la exhibición con la sensación de haberla conocido. No a una modelo de fotografías, a una mujer real. Y no a cualquier mujer, a ella.

Cuando le conté que había perdido el entusiasmo de exhibir sus fotografías, ella se notó decepcionada. Le expliqué que no tenía nada que ver con la modelo, más bien era el artista el que carecía del talento para retratarla. Ella, la “reencarnación” de Anna Karina, me recordó lo que Godard había dicho: “La fotografía es verdad y el cine es una verdad 24 veces por segundo”. Mis ojos se iluminaron. A la semana siguiente ya había pedido prestada una cámara de cine de mi universidad. Comenzamos a filmar distintos momentos de su día con el objetivo de armar un corto. Me entusiasmaba la idea de que la gente pudiera escuchar lo particularmente hermosa que era su risa cuando había sol, ser testigos del recorrido que sus lágrimas hacían al caer, sentir la energía de sus abrazos, notar como de vez en cuando movía su cabeza hacia la derecha sin ninguna razón ni objetivo particular, escucharla mientras le cantaba melodías a su perro, o simplemente apreciar la elegancia con la que caminaba. Los videos resultaron tan llamativos que renovaron mi entusiasmo. La idea de una exposición de fotografías había sido reemplazada por el sueño de enviar un corto a algún festival emergente. Con un poco de suerte, quizás hasta conseguía el apoyo para un largo. Ilusamente creí que centenares de personas en el mundo podrían apreciarla a ella. Dado que una película no sólo mostraría imagen, sino que también sonido y movimiento, pensé que esta vez podría capturar su esencia. Sin embargo, horas y horas de edición no me dejaron satisfecho. Algo faltaba. Otra vez. Dejé esos videos descansar por años. ¿Qué era lo que me impedía mostrar lo que era ella al mundo?

Hoy lo he descubierto.

Ella ha muerto.

Mi primera reacción fue desempolvar mi material y aguantar el llanto mientras la apreciaba. “He fotografiado la muerte” pensé. Su sonrisa me parecía premonitoria, su semblante suicida, sus ojos tristes, su rostro condenado a la pérdida. Me dejé llevar por ese sentimiento funesto por unos minutos, mientras lágrimas comenzaban a aparecer en mis mejillas. No permití que esa amargura fuera más lejos. El sólo hecho de luchar contra la pena esclareció el misterio. No he fotografiado sólo la muerte, también la vida. ¿Por qué quise convertirla en una obra de arte para el mundo, cuando el único que podía apreciarla era yo mismo? Después de años de búsqueda, esas fotos y videos por fin han cobrado sentido. Sus retratos ahora son ella.

El mundial y USA (destruyendo el mito)

Cuando llegué a Estados Unidos venía con muchos prejuicios, quizás demasiados. Tenía esa imagen de estar entrando a la capital del Imperio capitalista y que la gente era media tonta y  me iban a discriminar como si fuera un monito. Sin embargo no es nada así. Es cierto, sigue siendo la capital del imperio (pero para mi sorpresa Chile es más capitalista que Estados Unidos), siguen teniendo una política internacional que se escapa de cualquier comprensión humana, hay un par de personas tontas (como en todos lados) y yo parezco monito. Sin embargo, USA ha sido un país que me ha acogido con cariño y al cual le estoy muy agradecido. Sus políticos les cuentan mentiras, igual como nos cuentan a nosotros nuestros políticos, y justifican todo con esta idea del American dream, pero el ciudadano norteamericano, en general, es una persona justa, honrada, amistosa y buena onda.  Lentamente me he puesto medio gringo/mexicano. Ya no siento que la comida sea picante, me gusta mucho el desayuno, aprendí cómo se jugaba el football y hasta he cantado el himno.

(Me obligaron a aprenderlo en el colegio y cuando uno es niño mateo hace cualquier cosa por una nota)

(Aparte la canción tiene una bonita subida que me queda cómoda y aprovecho de lucir mi calidad vocal)

(Y la letra es bonita… y sería preciosa si fuera verdad)

(Igual hay que decir que yo encuentro espectaculares letras hasta en las canciones más ridículas…)

(“Planta una semilla, planta una flor, planta una rosa / Puedes plantar cualquiera de esas / Cuídalas / Cuídalas hasta ver cuál es la que crece / Es un secreto que nadie conoce / Es un secreto que nadie conoce / Mmmmbop / ba duba dop” )

(Es broma. No he cantado el himno jajaja. Quería puro verles sus caras. Me da pudor el sólo hecho de sabérmelo, ni me imagino cantándolo)

(Pero es verdad que me lo sé por culpa del profe de inglés del colegio)

(Y que tiene la subida bonita)

El mito más grande que he derribado en estas tierras es esa idea de que a los gringos no ven el mundial. Bueno, voy a ser muy sincero. Los gringos no están ni ahí con el futbol… pero están locos por el mundial. Antes del mundial todos se burlaban cuando les comentaba que yo jugaba futbol todos los sábados en la mañana y que mi fanatismo era tal que incluso tenía un equipo en el campeonato de la universidad. En Estados Unidos el futbol es un deporte de niñitas. Los niñitos juegan football y las niñitas soccer. Así de simple. Más de algún gringo me tiró la talla “ah buena… mi polola también juega eso” o “el equipo de mi hermanita chica está buscando rivales…” mientras ellos se vanagloriaban de disfrutar ese deporte tan rudo de pantalones apretados y hombreras a lo locomia. Como todo católico que se precie de tal, yo daba la otra mejilla y me aguantaba las bromas.

(Mentira. Los leseaba con que deberían cambiarle el nombre porque no es ni pelota, es un huevo, y además no se juega con el pie, se juega básicamente con la mano)

(Aparte ni soy católico)

Sobreviví casi dos años jugando y disfrutando mi futbol en este ambiente, en un principio, hostil. Entre medio conocí un par de gringos que seguían a su selección en las eliminatorias y por supuesto, infinitas personas de otros países que se enloquecían con el futbol igual que cualquier chileno (excepto el Jopi). Hay que decirlo, USA es el único país que no goza del futbol. Y sí, es cierto también, conocí a muchas gringas que jugaban a la pelota con una clase y talento que yo jamás podré igualar (y la mayoría de los amigos peloteros que tengo en Chile tampoco). Hasta me tocó jugar contra equipos de hombres que incluían un par de mujeres (totalmente permitido, incluso en los campeonatos).

La cosa es que llegó el mundial y los gringos enloquecieron (ver acá). Se llenaron de comerciales de futbol, la gente se apelotonó en los bares a la hora de los partidos, en mi departamento (el de ingeniería civil) habilitaron una sala con butacas (sí, leyó bien, butacas, na’ que sillas mulas) y pantalla HD que muestra todos, absolutamente todos, los partidos. Y no sólo eso, como que un día para otro todos los gringos se saben las canciones de su hinchada, saltan, gritan y proponen futbol como el tema ideal para conversar en el almuerzo. Todo el mundo me envía textos o mensajes cuando Chile gana (muy seguido), felicitándome y deseándome suerte. Mi Facebook está lleno de invitaciones a fiestas para ver el mundial. La emoción se siente en al aire cada día, y los alumnos ponen en streaming hasta el juego más inaudito (como los tres gringos que están ahora mismo disfrutando del Japón-Grecia mientras yo trabajo en el laboratorio de computación). Incluso mis compañeros más outsiders me preguntan cosas como “¿Es realmente Neymar un fraude?”, “¿Debió Klinsmann incluir a Donovan en su lista de 23?”, «¿Christianou or Messy?», “¿Crees que USA tiene posibilidades de ganar el mundial?” (true story… una amiga me preguntó eso último, pero cuando vio mi cara de “really? En serio me estai preguntando eso?” se puso roja y dijo: “ya.. si sé que es difícil, pero uno siempre tiene la ilusión…”).

Uno.

Siempre.

Tiene.

La.

Ilusión.

Y acá mi análisis ya no tiene casi ni techo ni órbita que lo cobije. Los gringos no sólo aman el mundial, sino que sueñan con ganarlo algún día. Así tal cual. Igual que los chilenos, que siempre hemos tenido ese sueño. Y no sé, como que ahora uno se la cree. Porque esta selección está llena de jugadores que se creen el cuento. No es como en el 98 donde el discurso era que enfrentarse a Italia eran “palabras mayores” o en el 2010 con un Bielsa que dejó de atacar cuando se vio clasificado. Acá no se hace la diferencia con nadie. Se planteó un objetivo muy simple: juguemos con la mayor intensidad posible. Y eso están haciendo Vidal, Alexis y compañía (por cierto, Vidal y Alexis son los únicos jugadores chilenos conocidos internacionalmente, según mi humilde perspectiva luego de conversarlo con fanáticos de diversas culturas y procedencia).

Portadas de los periódicos gringos luego de la victoria de su equipo (fuente: @ussoccer )
Portadas de los periódicos gringos luego de la victoria de su equipo (fuente: @ussoccer )
Chile 3 – Australia 1

Ayer, mientras veía a Chile derrotar al campeón del mundo inapelablemente y con un coraje que jamás había visto, sólo tenía una cosa en la cabeza. Les va a sonar raro, lo sé, pero ya llevo como 8 años auto-humillándome en este blog contando las leseras que se me ocurren y una lesera más o una lesera menos, da lo mismo.  No podía sacarme de la cabeza el video de “el Tarro”. El video es más que una tonta caida. Es una imagen perfecta de lo que es la vida (y el futbol). Es el caminar de un hombre frente a la adversidad y el retrato de sus amigos incitándolo a sobrepasar cualquier obstáculo, incluso esos que ningún hombre podría lograr derrotar (a menos que fuera en una moto). ¿No es eso acaso el camino que todos seguimos? ¿No es nuestra vida más que una serie de saltos en bicicleta? ¿No son nuestros amigos los que nos apoyan desde el lado? Y, cuando ya creemos que no existe desafío que nos detenga, zas! nos caemos a tierra subitamente. Nuestra cara se llena de tierra y esa tierra solo se limpia con el arrastrar de nuestras lagrimas. Todo iba bien. Todo era superable. Un neumático, dos neumaticos, una plumabit, una bicicleta. Tarro lo supera todo. Pero si se fijan, si le ponen verdadera atención, en el último salto una de las ruedas golpea brutalmente el último obstaculo: un tarro. Una alegoria de que el maximo obstáculo que nos separa de nuestras metas somos nosotros mismos.

No he visto el video ni una, ni dos, ni tres veces. Lo he visto decenas de veces. Si hasta de repente me da por pausarlo y observar con tiempo lo que el dinamismo de la historia me oculta a simple vista. No se alcanza a apreciar en el video, pero no es difícil imaginar el semblante de Tarro los segundos antes de cada salto. Cabeza erguida, mirada fija, labios deshidratados y ese brillo en los ojos que, si pudiéramos hacerle un zoom, veriamos el destino de Tarro reflejado. Un hombre ante su destino. No es una hazaña titánica imaginarse qué es lo que está pasando por la cabeza de Tarro en esos momentos. ¿Lo lograré? ¿Es este mi momento? ¿Es mi naturaleza la que me lleva a esto? ¿Trascenderé? Quizás hasta se imaginó tirado en el suelo tragándose las lágrimas de su propio auto-inflingido fracaso. O, cabe la posibilidad también, puede que hasta se imaginó volando por los aires, para caer limpiamente del otro lado, donde una multitud enloquecida lo esperaba para bañarlo en gloria. Quizás hasta dejó jugar esa idea por un buen tiempo en su cabeza. Se imaginó siendo el campeón mundial de salto en bicicleta, la pelicula que harian con su historia y, quien sabe, hasta el gol que metería en la final del mundial. Ya lo dijo Neruda en su crepusculario: «Quiero saltar al agua para caer al cielo». Aún así, la gloria de Tarro no estuvo en el éxito. Lo que lo hizo inmortalmente famoso es el hecho de no haberlo logrado. Millones de reproducciones en Youtube son fruto de la humillación, de esa maldita costumbre chilena de reirse del que ha fracasado. Pero este Tarro, ese Tarrito querido, ese niño chileno de las profundidades del campo, estoico emblema de una latinoamerica herida, recuerdo fugaz de esa infancia que muchos chilenos creíamos olvidada, sangre expuesta que nos hierve la nuestra, artífice de un dolor del que mucho se ha escrito pero nadie ha sabido expresar como él. Ese Tarro tiene las mismas ganas que esa selección chilena. Sin embargo, este equipo está convencido que no se tropezará consigo mismo. Veamos y disfrutemos con lo que se viene. Si no ganamos, a mi me basta con que hayamos querido ganar.

Chile 2 - España 0
Chile 2 – España 0

Una sola palabra

Hace 10 años empecé la inútil tarea

de escribir un poema de una sola palabra

Y desde entonces no he tenido tregua

ni he conocido otro lugar

que no sea tu silueta abandonada.

 

Hace 5 años comencé a temer

que la palabra aquella jamás encontraría.

Y con el tiempo empecé a creer

que tú la tenías

Ahí, al final de tus labios, escondida.

 

¿Por qué no te la pregunté?

¿Por qué tontamente malgasté

10 años buscando lo que ya había encontrado?

Anoche me di cuenta, así sin más,

que el miedo a veces es mayor

el terror superior

y la palabra, tal vez, menor.

 

¿Y si no me gusta?

¿Y si después necesito una segunda?

¿Otros 10 años más?

¿Valdrá la pena gastar una noche

escuchando esa palabra

hasta que no pueda soñar?

¡Dímela!

Una vez

Las cosas más importantes

pasan sólo una vez.

Las flores más hermosas son

las que sé que no volveré a ver.

Las vivencias más preciosas son

las que me hacen preguntar:

“¿Qué habrá después?”

Para sólo responder:

 “Nada más”

(absolutamente nada más)

En ocasiones eso me alegra.

Otras me hunde en la tristeza.

Pero nunca indiferente.

¿Y si de eso se trata esto?

¿De un minuto a minuto

cada uno distinto, cada uno inerte?

¿Un dinamismo que no es

más que una serie de estáticos?

Lo cierto es que maldigo

el momento exacto

en que contigo

dejé de moverme

para quedar intacto

en lo que había sido

lo que hoy ya no será.

Las cosas más importantes,

déjame decirte,

pasan sólo una vez.

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PD: Encontré este poema hoy, en el fondo del baúl más antiguo de lo más profundo de mi patio.

He llegado aquí por caminos errados

Estimad@s batiadict@s! Este es mi primer reporte desde el autodenominado centro del mundo: USA! Acabo de llegar, estoy bastante cansado, así que me dedicaré a transcribir pequeñas anotaciones que hice mientras viajaba (no me pidan coherencia o argumento please).

– He visto demostrada mi hipótesis que la poesía de Bieber es universal: En los tres aeropuertos en que estuve (Santiago, Dallas y Phoenix) me tocó escuchar “Baby” (oooooooh!). El 50% de las personas alrededor mío tarareó o derechamente cantó la canción. Master.

– Mientras como pizza suena Sweet Caroline! Temón! Mi sueño de la vida era escuchar una canción judía en gringolandia. Puedo morir tranquilo.

– En el viaje Santiago-Dallas me tuvo muy nervioso un señor que estaba al lado mío (o no tan al lado en verdad… únicamente nos separaba el pasillo). Era el típico viejo gringo lleno de artefactos caros (mac, iphone, audifonos inalambricos, kindle, etc). Mientras leía un libro en su kindle se quedó dormido. Yo veía como sujetaba inconscientemente su Kindle con el brazo y que de seguro lo soltaría en algún momento. Pensé en despertarlo pero eso podría hacer que dejara caer el kindle y muriera. Tampoco quería sujetar yo mismo el Kindle, pues quizás pensaba que se lo estaba pelando. En fin… de repente se le cayó, rebotó y llegó a mis pies. El señor despertó con el golpe, le pasé su kindle y siguió durmiendo sin mencionar palabra alguna. (cuek).

– Me dan pena los gringos. Su coca-cola light tiene sabor a… PEPSI! Why the face??!?!?!? Los han engañado toda su vida a los pobrecitos…

– (y la más pequeña que venden es de 591 ml… =S)

– El local de pizza era como de auto-servicio. Pedí un “slice” de la vegetariana y saqué esta coca-cola de 591 ml. Cuando llego a la caja la cajera me dice: “let’s see… mmm… one slice… ok… do you want something to drink?” Y yo quedé entero plop porque en mi bandeja tenía la tremenda coca light. Le dije “No thanks, this bottle (y  tomé la botella con la mano) is enough for me” Y la lokita como que se mató de vergüenza. Fue master… what a shame! xD

– Hay tipas con velo en el aeropuerto. Nadie va a creer que yo soy terrorista, ellas me llevan la ventaja.

– Me di cuenta que entiendo muy bien el inglés cuando me hablan directamente (azafatas, gente de los mesones, cajeros, guardias, otros pasajeros). Pero cuando se ponen a hablar por parlantes no cacho niuna. xD

– En el departamento de inmigración de Dallas una señora vio mi pasaporte en la fila y me dijo:  “wow you are chilean!”  yo le dije “like the miners 1313” Me preguntó que onda los mineros, que ella había estado pegada a la tele mirando el rescate. Le dije “it was a fake… a president piñera’s lie… nothing really happened. Piñera invented that rescue because he want to increase his popularity”. La señora me dijo: “OMG! It seems so real….”

– En el avión de Dallas a Phoenix me vine al lado de la ventana. Arizona es impresionante desde el aire. Llena de colores y relieves bakanes. De repente vi una masa gigante como con brillitos que se movían. “oooo q hermoso el lago” pensé. Pero no.. era un estacionamiento. (los autos reflejaban el tremendo sol que hay en Arizona).

– Dallas no me gustó como se veía desde el aire. Puras carreteras monstruosas. La pesadilla del transportista.

– El aeropuerto de Dallas era bakanisimo si. Era tan gigante que tuve que moverme en tren dentro de él.

– En las esperas dentro del viaje he estado leyendo una recopilación de cuentos de Vila-Matas. Son impresionantes! Alonso me lo recomendó y es maestro. Un real visceralista.

– Mi portátil se arregló mágicamente apenas entré a Estados Unidos. A miracle! De verdad le llegó mi amenaza que la iba a cambiar por otra…

– Traje mi celular. Ya leí un cartel donde dice estar prohibido escuchar música en altavoz. =( No puedo hacer la típica de los flaytes.

– Una señora me dijo como 5 minutos de agradecimientos y elogios porque le cedí el asiento en el aeropuerto. La gringa más agradecida que he conocido en mi vida.

– Hasta los perros tienen iphone! (esta iba teledirigida… ajajja.. ya saben para quien).

– Acá todo el mundo es rubio, negro o chino. Me siento como el especial (y #meacuerdodelchino)

– Veces que he pensado que perdí el pasaporte pero al final no fue así: 4

– Cuando llegué al aeropuerto en Phoenix tomé gratis un bus que te deja en la estación del tranvía. Luego tomé el tranvía hasta el hotel. Es muy choro porque la línea del tranvía pasa por el centro de phoenix, el aeropuerto, la universidad (Arizona State University) y el hotel, así que estoy más que cómodo con el transporte. El ticket por el día sale 3.5 dolares (el profe Jara me regaló dos de esos tickets… así que todavía no compro).

– Cuando estaba esperando el tranvía pasó un auto con la música a todo volumen, se detuvo en la esquina y reconocí inmediatamente la canción: “A llorar a otra parte” de Américo. True story. (sé que no me van a creer… pero filo… para mí fue entero bkn que sucediera jajajaja). A morir!

– En la calle donde está mi hotel hay unos parlantes disfrazados de piedras que tocan música. Pasé dos veces por ahí y las dos veces sonaban las Spice Girls (onda retro parece).

– Mi pieza de hotel igual es piola…. tengo tele con varios canales (FOX, CBS , NBC  y ABC incluidos). Tengo plancha y secador de pelo (menos mal… hubiera muerto sin ellos). Hay una caja fuerte donde guardo mis cosas valiosas (que son muchas).

– Salí a dar una vuelta recién. Compré desodorante, pasa de diente, shampoo, espuma de afeitar, etc. Pasé por un local hindú (igual que el de los simpsons) con precios irrisorios… no les compré nada por usureros. Después pasé a un local mexicano donde una niña me atendió en español… y no le caché nada! Me empezó a hablar en inglés después… que vergüenza.. jajajaa… no me la pude ni en mi propio idioma. Es que los mexicanos hablan muy raro.

– El clima es idéntico a como está Santiago ahora. Hace calor!

– La gente del hotel es entera nice. No me creían que no tenía ID ni nada parecido. Les mostré el pasaporte y se quedaron tranquilos. Se impresionaron cuando les dije que era de Chile… parece que andamos famosos!

– Acá son 4 horas menos que en Santiago.

– Tempe (el pueblucho al lado de Phoenix donde me estoy quedando) es bien desértico.. en vez de árboles hay cactus. Casi no hay gente en la calle.. mucho auto, mucho semáforo, etc. No hay muchos edificios altos, se ve muy agradable en un comienzo. Los negocios son todos muy antiguos y da la impresión que todo está lleno de polvo.

– Pronto subiré fotos…

– Manteneos atentos a mi blog! Iré actualizando cuando pueda. No creo que todos los días… pero hoy era importante para que cacharan que estoy bien. Lo más difícil ya pasó. El resto es llegar y abrazarse.

La Sombra de haber sido un Desdichado

(Acompañar lectura dándole play al mp3)

Esta historia trata sobre un hombre viejo sentado en una esquina. No es importante que sea un hombre, tampoco tiene importancia que esté sentado en una esquina. Lo importante es que es viejo, muy viejo.

El hombre viejo lleva un abrigo amarillo y parece estar pensativo. Recuerda.

¿Qué cosas se recuerdan cuando toda tu vida es un recuerdo?

¿Qué hacer cuando llegas al momento de tu vida en el que te quedan más cosas por olvidar que por aprender?

Cuando el hombre viejo sentado en una esquina no era tan viejo (y no estaba sentado, ni siquiera estaba  en una esquina) tenía otro estilo de vida. Era más joven, por decirlo de alguna manera.

Tenía tres hijos, una hermosa esposa, un trabajo digno, un perro enorme y una camioneta que, a pesar de no ser de las mejores,  resistía el viaje anual de vacaciones. Cada domingo jugaba en una liga de futbol amateur, gustaba de ir al cine los jueves por la noche y era una real inspiración para sus hijos.

Todos sabemos que nada es para siempre.

El hombre viejo recuerda con exactitud el momento en que empezó a ser viejo (el momento que iniciaría la rapidísima carrera hacia su esquina). Lo recuerda como si fuera ayer.

A pesar de tener una hermosa familia y un futuro más que asegurado algo faltaba en su vida. Ese algo lo ponía nervioso. No sabía lo que era, sólo sabía que le faltaba.

Se acostumbró a llorar en la ducha, dejó de escuchar sus discos de Bon Jovi e intentó no comer más carbohidratos.

Su desesperación creció con el tiempo.

A la edad de 35 años ya era una persona totalmente ida. Odiaba todo y a todos.

Le apestaban las reuniones familiares, las que lamentablemente solían ser en su casa, pues era la más grande. Le fastidiaba ver a sus hermanos, sus sobrinos, los hermanos de su esposa, la suegra, el tío desconocido que andaba de pasada y los amigos de sus hijos que parecían no tener comida en sus propias casas los domingos.

Quisiera decir «una vez» pero es tan predominante en el resto de la historia que más vale la llamemos «esa vez».

Esa vez el hombre no soportó más.

Era el cumpleaños de uno de sus cuñados y la fiesta sería, era que no, en la casa del hombre viejo (que, repito, en ese entonces no era tan viejo).  Los invitados fueron llegando, uno por uno. El hombre viejo observaba su llegada desde la ventana del segundo piso, con una sonrisa de poker.

Uno de los invitados, cuya identidad el hombre viejo prefiere ocultar, llega gritando groserias porque a su parecer no hay suficiente torta para satisfacer a los presentes. El hombre viejo, a pesar de estar en el segundo piso, dentro de su habitación, lo escucha.

El hombre viejo se desespera.

Aún está a tiempo, nadie lo ha visto.

Usa su as bajo la manga.

Se esconde debajo de la cama.

Decide pasar todo el día ahí abajo, para que nadie lo vea.

Rie.

Se siente libre.

Se siente nada.

Su esposa lo busca insistentemente. Registra todas las habitaciones.

¿Pero qué se iba a imaginar que  estaría debajo de la cama?

En un momento pensó en salir y mostrarse a la luz. Pero la idea fue desechada en seguida: nada más pensar en saludar a todos y soportar sus comentarios acerca de lo bonito que era reunirse en familia le hacía doler el estómago. Además no faltaría el desubicado que le sacara en cara la escasez de pastel.

Pasó 7 horas jugando con las hilachas que colgaban del colchón.

Cuando todos se fueron salió de su escondite, buscó a su esposa y le dijo «tuve que irme urgente a la pega, acabo de volver» antes de besarla.

La esposa encontró que era una terrible excusa, pero la dejó pasar.

Todo hubiera sido tan distinto si ella no la hubiera dejado pasar, pensó el hombre viejo sentado en una esquina.

Una esquina que ya no era cualquier esquina… era su esquina, la esquina del hombre viejo.

Y el hombre viejo siguió recordando. Por años.

En su esquina vio ponys tontos, perros cojos, hombre con una sola pierna o un solo brazo y espantapájaros rellenos sólo de polvo y trigo.

Recordó la infinidad de momentos de su vida que pasó escondiéndose debajo de la cama.

Una vez su hijo pequeño lo descubrio y él, utilizando el poder que le confiere el hecho de ser padre, le convenció que esconderse bajo la cama era «cosa de adultos» y que no tenía de qué preocuparse.

El niño consideró que era una explicación extraña la de su padre, pero la dejó pasar.

Si tan sólo no la hubiera dejado pasar, pensó el hombre viejo sentado en su esquina.

¡¡Hombre viejo!! Tú también la dejaste pasar. Tú más que nadie. Levántate, camina ¡¡sal de tu esquina!!

Pero el hombre viejo no puede escucharnos.

Mientras no pueda hacerlo, seguirá sentado en su esquina.

Y cuando salga el sol, se le iluminará la cara y recordará las palabras del maestro.  Descubrirá que ha pasado todo ese tiempo sentado a la sombra… a la sombra de haber sido un desdichado.

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PD: ****Spoiler Alert**** El 11 estoy de cumpleaños. xD

PPD: La canción es The Wrestler de Bruce Spingsteen (de la película The Wrestler).

PPPD: Sé que les debo mil posts… los publicaré en cuanto pueda. Estoy saliendo de una sequía creativa, pero he escrito bastante las ultimas 5 horas.

PPPPD: Está freak este post, pero es lo que me nace escribir ahora. =S

Te vieron la cara

 

Estoy seguro que la mayoría de ustedes tiene muchas dudas sobre B.A.T.I.G. y su creador (yo). Apostaría mi vida a que varios de los lectores pasan noches enteras en vela cuestionándose ciertas cosas.

 

¿Por qué se llama B.A.T.I.G.?

¿Por qué este tipo insiste en adjuntar video si nadie los ve?

(y si los veo no los comento…)

¿Por qué cada entrada tiene cerca de 100 visitas pero no postean más que 6 personas?

Y, una última pregunta que me parece interesante…

¿Cómo elige de que temas escribir?

La respuesta es simple, pero doble.

 

Elijo el 10% de los temas.. el resto son ellos los que me eligen.

Voy caminando por la calle y.. zas! un tema se me pasa por el frente, lo agarro del cogote y le exijo que me cuente todo.

 

En un comienzo (cuando este blog era de blogger) me potencié gracias a los amigos que hice en la Escuela de Verano 2006 (cuando fui profe por primera vez). Ellos mismos me decían: «eh! esto tienes que escribirlo en el blog». Así fue como cree posts memorables (como éste) y me gané fama de que todo lo que pasaba corría el riesgo de publicarlo en el blog. Me tenían miedo. Por respeto al mundo no coloco fotos en mi blog. Principalmente porque no a todos les gusta ser expuestos en internet (ni menos que un tipo se ría de ellos sin la posibilidad de defenderse).

Pero la gran parte de las veces las ideas llegaban… sin que siquiera las buscara.

Esta vez es un poco diferente.

 

Hace unos meses se me metió entre ceja y ceja la idea de escribir sobre «la cara». Si.. esa cosa que tanto tú como yo tenemos ornamentando nuestros cráneos. Ese conjunto de piel que define lo que somos.

 

Cuando elijo un tema nunca sé como desarrollarlo. Nunca. Me paso horas frente a la pantalla en blanco sin saber que escribir (a pesar de tener las ideas muy claras). Lo mismo me pasaba cuando quería comenzar mi escrito sobre «la cara».

Pero esta semana sucedieron 3 cosas que cambiaron esta situación. 3 sucesos que me hicieron pasar de una sequía literaria a un torrente de desordenadas ideas.

Lectores… tengo tanto que escribir que no sé como hacerlo.

Así que digamos lo mismo que dice el tipo de Super Mario Frustration

 

Let’s do this! Let’s do this!

 

 

 

Debo empezar por el día Jueves.

Salía de mi práctica a eso de las 7:30 PM. Pedro de Valdivia, casi al llegar a Bilbao. Mantendré el nombre de la empresa en que trabajo en secreto (una vez leí que despidieron a una tipa que escribía sobre su trabajo en un blog… =S). Había caminado dos pasos y estaba colocándome los audífonos del cel para escuchar música (o el superclásico) cuando una chica de unos 17-18 años se me acercó y me dijo: hola!

 

– Hola…

– Oye.. sabís que me perdí. ¿Me podís decir donde está el metro?

– Emmm.. sí.. tienes que caminar por esta misma calle 8 cuadras más o menos. Pero tienes que caminar justo en la dirección contraria en que lo estás haciendo.

– Ahh.. es que vine al médico y me perdí.

– ?_?

– Llevo caminando mucho rato.. pero no me atrevía a preguntar. Me da miedo la gente.

– eh?

– ¿Tú vai al metro?

– Si.

– ¿Me podís acompañar para que no me pierda?

– Claro.

 

Ocultaré el nombre y el origen de la chica (para no enlodar a la familia ni a la ciudad natal de la susodicha). El asunto es que ella era de una ciudad del sur de Chile, había venido al médico a Santiago y se había perdido. No cachaba nada de la gran ciudad.. nada.

Viajar con ella hasta el terminal de buses (vivo al lado) fue chistoso. Llamó a su mamá por celular y le dijo «mamá, no te preocupis.. un niño me está llevando al metro» seguido de un «no mamá, si es un niño bueno».

 

Y aquí esta la raíz del asunto. La chica estaba asustada, confesó que le daba miedo la gente, pero.. qué le hizo atreverse a confiar en mí?

Aló?

Osea…. si eres una pueblerina perdida en santiago le pedirías ayuda a cualquier menos a un hombre joven que puede llevarte a quizás que parte.

Seguramente ella vió en mi cara un «no se qué» que la hizo creer en mí. Espero.

 

No sabía andar en metro. Juraba que todas las estaciones se llamaban Escuela Militar porque leía «Dirección Escuela Militar».

Me preguntó que hacía y le dije que estudiaba Injenieria Civil (no son buenos tiempos para agregar el apellido «Transporte») en la Chile.

Me preguntó cuantas veces había dado la prueba para entrar y si era muy sacrificado el estudio.

La dejé en el terminal y me fui.

Pensando en lo de la cara.

 

En este párrafo tienen descanso (muy largo el escrito). Pueden ir a comer un yoghurt o pasear al perro, pero por favor guarden en su memoria el relato anterior (es importante para el futuro).

 

 

Debemos continuar con la segunda parte de esta trilogía.

Día Viernes, hora de almuerzo. Sentado en la mesa junto a compañeros de la oficina donde hago la práctica.

Misteriosamente lo más cercano a ingeniero soy yo. El resto, por este almuerzo, son secretarias o guardias.

Me comentan que «mi primera impresión» es la de un joven normal. Sin embargo, a medida que me han ido conociendo se han dado cuenta que soy muy «cuico» (¿?). Dicen que hablo como cuico, almuerzo como cuico («eres capaz de comerte una empanada con tenedor y cuchillo») y que uso ropa cara.

Lo de la ropa cara es una equivocación. Piensan que las camisetas de futbol que uso son originales (lo cual elevaría su valor a 40 lucas aprox)… pero son imitaciones obsequiadas por mi hermana.

Pero el resto… que onda?

 

Yo creo que ven una cosa que no soy. De alguna manera mi «impresión» es malinterpretada. Nuevamente un «no se qué» se apodera de mi rostro y me hace parecer lo que no quiero ser.

 

 

La tercera historia corresponde al viernes por la noche.

Mi amigo Pablo visitó mi casa buscando dos cosas: su regalo de cumpleaños y… una tremenda paliza en ping pong. Encontró las dos. Unos DVDs de Seinfeld y una cuenta 10-5 en contra (partidos a los 11 puntos).

Lo que quiero contar específicamente es su salida. Como eran las 12 de la noche ya y no vivimos en un barrio seguro, decidió llamar un radiotaxi.

Yo fui el encargado de llamar y hacerme pasar por Pablo Torres mientras mi hermano y el verdadero Pablo molestaban.

Llamé a cuanta compañía de taxis conocía… pero ninguna contestaba.

Terminé buscando nuevas compañías en google y tratando de contactarme con ellas.

Me contestaron en «RADIO TAXI SANTA MARIA», (una telefonista).

 

Le conté que mi nombre era Pablo Torres, que vivía en 5 de Abril 1234 (no es el verdadero número por si acaso) y que necesitaba un radio taxi.

Me dijo que si lo pedía debía esperar 30 minutos por lo menos.

Le comenté al «real Pablo» y dijo que bueno.

– ¿Cuánto es el mínimo que cobran? Lo que pasa es que yo viajo a un lugar cercano – le aclaré a la telefonista.

– 3 mil pesos.

– Oye.. cobran 3 lucas mínimo – le dije a Pablo.

aaaa.. te vieron la cara! – me gritó mi hermano.

La risa fue general. La telefonista, al escucharme riendo, me preguntó:

-¿De veras vas a esperar el taxi?

– Si, si.. es que me hicieron reír por acá.

– Ah… ya. ¿Seguro que no es broma?

– No no.. en serio. Lo espero.

– Bueno, en 30 minutos estamos por allá.

Corté y esperamos (mientras nos seguíamos riendo).

 

 

Pasó la media hora y sonó el teléfono.

– Sr. Pablo Torres, su taxi lo espera en la puerta

Salimos y no había nada.

Llamé de vuelta.

 

– Señorita, no hay ningún taxi afuera de mi casa.

– No? Seguro?

– Si.

– Bueno.. repítame su dirección.

– 5 de Abril 1234

-mmm.. el taxista dice que está ahí. Salga a ver de nuevo.

Salimos. No volaba ni una mosca.

 

– No está.. se lo aseguro.

– Dígame las calles cercanas por favor.

– Mmm.. vivo en 5 de Abril entre Jotabeche y Ruiz Tagle.

– Espere un momento.

Cortaron.

Volví a llamar

 

– Soy Pablo Torres… quiero saber que pasó con mi taxi.

– Ah Señor Torres. Su auto lo espera afuera, casi en la esquina con Ruiz Tagle

Salimos y no existía el maldito auto.

 

Llamé.

– Sabe que no está.

– Si está. ¿Cómo no lo ve?

– No está. En serio. Créame.

– ¿Está seguro que vive en 5 de Abril 1234?

– Sí. He vivido acá toda mi vida. Sé muy bien donde queda 5 de Abril 1234.

– El auto está encendiendo sus intermitentes. Salga a mirar.

Salimos y nuevamente nada.

 

– Señorita, no está.

– Señor, vamos a cancelar el taxi.

– Ah?… pero si me hizo esperar media hora!

– Lo vamos a cancelar no más. No es nuestra culpa que usted no sepa ver un auto.

– Yo creo que es su auto el que no sabe donde queda 5 de Abril…

Me cortó.

Totalmente owneado.

Y todo porque a mi hermanito se le ocurre decir «te vieron la cara».

Llámamos otra empresa (que se demoró media hora más) y Pablo se pudo ir.

 

Pero yo me quedé con mucha pica. Juro que dentro de estos días le llevaré un mapa de 5 de Abril y un par de fotos de mi casa a los «genios» de Radio Taxi Santa María. No pueden ser tan pasteles (o por último admitir que su taxista no cacha niuna). Vendetta… se los prometo.

 

Estas tres anécdotas se ajustan como anillo al dedo a lo que quería comentar hace tanto tiempo.

 

Nuestra cara.

Creo que nosotros nunca somos concientes de nuestra cara. Lo que para nosotros es una sonrisa para otros puede ser un gesto asqueroso.

No podemos vernos en un espejo todo el tiempo… lo único que vemos (mentalmente) es una caricatura de nuestra rostro. Una máscara que «creemos» ven los demás.

Tremendo error: cada persona ve tu máscara como le conviene o como lo siente.

Es de esta manera como idealizamos nuestra persona… como confíamos ser algo que no somos… como puedo ser una persona «nice» frente a alguien y al mismo tiempo ser un tipo engreido delante de otro.

 

No sé si se han dado cuenta pero las caras de nuestros seres queridos van mejorando a través del tiempo. A medida que le tomamos cariño o aprecio a una persona su rostro se vuelve más ameno y, por decirlo de alguna manera, divertido. Modelamos la apariencia del resto de manera que nos parezca más confortable.

Pero así como la gente confunde nuestras intenciones nosotros confundimos las del resto de las personas.

¿Cuántas personas rechazamos sólo porque nos ocasionen una mala primera impresión?

 

 

 

Dicen, a lo mejor es un mito urbano de internet, que existe un software capaz de detectar las emociones de una cara a través de una foto. De esta forma descubrieron la verdad de la mona lisa: está un 83% feliz, un 9% disgustada, un 6% temerosa y un 2% enfadada.

 

¿Cómo un computador puede hacer algo que ni siquiera puede hacer el humano?

¿Cómo la telefonista pudo ver mi cara por… teléfono?

¿Cómo poder saber que esconde la sonrisa de cada persona?

¿Cómo ser objetivo en un mundo intrínsecamente subjetivo?

 

«¿De qué te vale
el cuadro sucesivo de imágenes externas
al que llamamos mundo?
Ese cine de las horas que van representando
los actores de unas convenciones
y poses determinadas,
circo policromo de nuestro dinamismo sin fin …
»

 

Definitivamente esta no fue una semana cualquiera.

Se me nota en la cara.

 

 

PD: Cuelgo un video por varias razones:

1) Es navideño…

2) … y estamos en Navidad!

3) Tiene que ver con una «sonrisa»

4) Es popero.. así que puede que lo vean.

5) Generará controversias.

6) Es una representante de nuestra era, viene del futuro.

Pinzhelandia

Son las 2 de la tarde y es hora de tomar una Coca-Cola Express.

Siiiii… me encanta la coca (cola), en especial la express. Es tan crítica, tan irónica, tan de mi época! Llegar, tomar y devolver lo que sobra, ¿No es eso acaso lo que hago con todas las cosas? Suena gracioso, pero esa bebida resume mi vida…. la representa.

Así que camino por Balmaceda, hacia la tienda Con-Pinche, ubicada en el corazón de Buin.

Cuatro personas atendiendo, me huele raro. Aparte del Diego y su padre se encuentran dos caras nuevas, dos extraños, dos extranjeros.

Pido mi Coca-Cola y me siento afuera a observar. Este quizás es el momento más feliz de mi día, el momento en que lo comprendo todo. Porque esta tienda es más que un comercio, es un espejo de la humanidad… una estación obligada para el tren de la vida moderna.

La tienda está conceptualmente dividida en dos: A la derecha golosinas, helados, bebidas, galletas, chicles, chocolates… confites. A la izquierda pinches, cordones, cinturones, lazos, cosméticos, pañuelos… accesorios de vestir. Todo esto mirando desde la entrada. Si usted mira desde la salida debe invertir el orden de las cosas… o mejor… ordenar las cosas a la inversa.

Entra una niña.

Mira a ambos lados.

….

Que momento más crucial! Que momento más fundamental en su vida!

¿Confites o moda?

¿No es acaso esta tienda el quiebre mismo de la juventud? ¿No es acaso este lugar la delgada línea entre la infancia y la adolescencia?

Una niña que se debate entre un par de aros y un helado de chocolate es un tema complicado, delicado diría yo. Lo mismo la señora que acaba de entrar y no sabe si comprar un pañuelo dorado para el vestido que usará la noche del sábado o un chocolate Nikolo para su hijo que lleva en brazos.

Y no estoy hablando de muejeres exclusivamente. Los chicos también van a comprar cordones para sus zapatillas, o incluso aros.

El simple acto de elegir entre izquierda o derecha es sin duda el momento más importante de una persona. Porque nosotros no somos más que hechos… el hombre y su circunstancia. Para esa niña, el haber elegido la izquierda de la tienda significó mucho, lo fue todo por un instante. Dejó de ser una niña, pasó a ser una persona.

La vida es como la botella que tengo en la mano: una vez usada hay que devolverla. Pocos lo miran así, especialmente cuando somos niños. Pero luego, cuando empezamos a cambiar nuestro lado de tienda, nos damos cuenta que vivimos en una tragedia. Una historia con un final trágico para todos, una batalla final contra la muerte…. una batalla donde sólo podemos perder.

Miro con atención. Siento que lo comprendo todo. Ya no es necesario hacerse más preguntas. La clave y el sentido de la vida pueden encontrarse facilmente en esta tienda. No hay margen, no hay lugar a la intepretación.

Respiro con alivio. Puedo morir en paz. ¡Todo está tan claro!

Entro a la tienda, miro para ambos lados y pregunto:


¿Dónde les dejo la botella?

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No es ficción, es realidad.

Más información en http://pinzhelandia.blogspot.com

Es mi tienda favorita!

En ella he conocido personas muy simpáticas y he podido cumplir uno de mis tantos sueños: atender una tiendita bonita.

XD