He llegado aquí por caminos errados [Parte 5]

El sol aún no se asoma, pero sé que pronto lo hará. El tren se detiene en la estación Del Rio, un pequeño pueblo en la frontera de Texas. Con la ayuda del sol podré ver México en el horizonte. Tomo mi bolso, abandono el Texas Eagle Express y me siento a esperar en la primera cuneta que encuentro. Son pasadas las 5 am y mi reunión es a las 6.30 am, ahí mismo, en la estación de trenes, el centro de operaciones de todo el transporte de Del Rio. Los ojos de Texas están encima mio.

Una persona más baja del tren. Gringo. Más o menos mi edad. Me mira y, al más puro estilo texano, me saluda como si fuéramos amigos de toda la vida. Su nombre es Will. Vuelve a Del Rio, su ciudad natal, después de 2 años. En el último de ellos presenció su ausencia desde la cárcel. Espera que su novia lo recoja. «Voy a conocer a mi hija» me dice. «Sebastian, voy a conocer a mi hija ahora», repite. Su hija tiene unos pocos meses de vida. No sé si fue la expresión de total emoción en sus ojos, la manera en la que escondía y movía sus manos sin encontrar una posición que le acomodara o la ingenuidad que delataba su voz quebrada, pero ese vaquero logró compartir conmigo un momento fundamental, quizás el mayor, de su vida. Si hubiera tenido la ocurrencia de usar mi cámara en ese momento, seguro hubiera obtenido una de esas fotografías inmortales, de esas que ganan premios y se reproducen viralmente por la red. Hubiera fotografiado a un personaje de Borges, a un hombre viviendo el momento exacto en el que sabe para siempre quién es.

El tren de noche
El tren de noche
Se asomó el sol en la vía del tren
Se asomó el sol en la vía del tren
Austin desde el tren
Austin desde el tren

6.30 am. Las puertas del departamento de transporte de Del Rio se abren ante mi. En uno de mis proyectos de investigación llevamos meses trabajando con empresas de transporte (buses, mini buses, mini vans, vans, etc) de pequeños pueblos rurales de Texas. No tienen recorrido fijo, la gente llama, concerta una cita, y será trasportado siempre y cuando los recursos lo permitan. Lo ocupan personas enfermas, con movilidad reducida, muy ancianas o también muy pobres. Una de las tareas que hemos estado enfrentando es realizar una encuesta a los usuarios de estos sistemas de transporte, tratando de identificar la importancia que le dan ellos a ciertas características del viaje. Hemos repartido la encuesta en papel a través de lo largo de Texas. Ha funcionado en casi todos lados, excepto en Del Rio. En 2 semanas sólo obtuvimos 4 encuestas contestadas. Algo raro pasa. El encargado de la agencia de Del Rio nos sugiere enviar a alguien para que realice directamente las encuestas preguntándole a los pasajeros. «Y que sea bilingue», agrega. ¿Quién es el elegido? Yo (el encantador estudiante de doctorado que habla español). ¿Cuál es mi misión? Subirme a los buses y conseguir la mayor cantidad de encuestas en 3 días.

Busesito de Del Rio
Busesito de Del Rio
Departamento de transporte de Del Rio
Departamento de transporte de Del Rio

Del Rio es un pueblo tranquilo y pobre («pintoresco» diría Mafalda), donde la ranchera y el country se mezclan como si fueran la misma cosa. Todos son amables, todos son amigos. No hay grandes lujos, no hay casi nada verde y es muy parecido a la caricatura que me imagino se crea en sus mentes cuando escuchan la palabra Texas. El 90% de la población habla español y el 10% restante spanglish. Todavía está de moda cambiar la letra de gangnam style en los comerciales de la radio y la feria artesanal cuenta con un sólo puesto: una señora especializada en decorar botellas de vidrios con flores. La comida es básicamente mexicana y es, sinceramente, irresistible. Anduve 12 horas seguidas en los buses cada día y creánme me recorrí Del Rio entero (y varias veces).

Típica vista de Del Rio
Típica vista de Del Rio
Otra típica vista de Del Rio
Otra típica vista de Del Rio

Luego de tres días allá me quedó muy claro por qué la gente no estaba respondiendo la encuesta que originalmente enviamos en papel. Varios no pueden escribir debido a sus problemas de movilidad. Otros tantos no saben leer. Varios de ellos se someten a desgastantes tratamientos médicos, en ayuna, con dolor, y seguramente su menor preocupación en ese momento es una estúpida encuesta proveniente de la Universidad de Tejas. Debo admitir que tenía miedo de que no me contestaran, que me vieran igual como veían al papel. Pero estaba muy equivocado. La gente no sólo contestó la encuesta, me hicieron partícipe de sus vidas y de sus historias. Tantas historias! Podría llenar este blog con ellas. Entendí el transporte como nunca antes lo había hecho. Conocí a conductores que aman su trabajo, hombres y mujeres que elevan a cada uno de sus pasajeros al nivel de ser un amigo más. Vi gente que necesita lo que yo estoy haciendo. 28 años me tomó encontrar eso.

En uno de mis tantos recorridos en busca de encuestas se subió al bus una señora muy viejita, llorando porque no quería ir a su dialisis. Lloraba de verdad. Asustada. Aburrida. Condenada a sufrir ese tormento que casi no puedo imaginar será que te saquen toda tu sangre, la limpien y te la inyecten de vuelta, tres veces a la semana hasta el resto de sus días.  Me acerqué sin ninguna intención de encuestarla. Lo único que quería es decirle que todo iba a estar bien y darle ánimo, que a esas alturas es lo único que le podía dar. La agarré de la mano y le conté esas cosas lindas de la vida que todos ustedes saben sé muy bien como narrar. Me mostré animoso por fuera, pero por dentro lloraba con ella. Todavía siento la fuerza que sus débiles dedos grabaron en mi mano. Así como ella, vi pasar a muchos más.

Ya lo dije hace un par de posts atrás. Un viaje es bueno en la medida que genera un cambio en tu vida.

Tremendo viaje el que me pegué a Del Rio.

4 comentarios en “He llegado aquí por caminos errados [Parte 5]

  1. que hermoso seba, lograste transmitir la emoción ❤ con lo de muchas historias me acordé de la pelicula "extramedente cerca increiblemente ruidoso" (no sé como escribir los mente en ingles ejejej) si no la has visto, deberías verla, es buena.
    excelente experiencia, gracias por compartirla (:

  2. Qué gran viaje, Seba! Realmente esas son las experiencias que te hacen ver tu profesión como una herramienta, un servicio para los demás!
    Me gustó tu post 🙂 gracias por compartirlo!

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