La mitad de tu vida: Vertigo

Sigo con la nueva sección «la mitad de tu vida». Hoy hablaré de Vertigo (obra de don Alfred Hitchcock), pieza fundamental de la historia del cine. Aunque fue estrenada hace exactamente 60 años, hay gente que aún no la ha visto. Y eso es una tragedia pues hasta mi perro la ha visto como 8 veces. Si no me creen, pregúntenle a Donald Trump, quién sabe todo lo que pasa en mi casa  (se lo cuenta la Alexa).

Una vez le preguntaron a Chan-Wook Park, director de Oldboy (una de las grandes maravillas del cine), «por qué decidiste ser director de cine?». El tipo hubiera respondido quizás cualquier cosa, pero como yo estaba ahí, decidió regalar una respuesta que quedará grabada en mi mente hasta que me muera. Dijo (en koreano, pero había un traductor) «Vi Vertigo. ¿Qué ser humano no quiere hacer cine después de ver Vertigo?».

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Chan-Wook Park presentando Oldboy en Austin, Texas. A su derecha (la izquierda de la foto) el CEO de Alamo Drafthouse y a su izquierda (la derecha de la foto) el traductor. Fuente: la cámara de mi celular! (mueran de envidia)

Ya que lo mencioné, Oldboy es de esas películas que los gringos llaman «game changing». Cuando la veía en el cine por primera vez mi mundo cambiaba: sabía que no existía algo como eso y que quizás nunca vería algo similar. Sentí lo mismo cuando niño viendo Jurassic Park. Hitchcock quería que cada una de sus películas fuera «game changing». Él sabía que la crítica y la audiencia esperaba con un listón muy alto cada estreno, pero aún así no le tenía el más mínimo miedo a rotten tomatoes. Hitchock hacía lo que quería. Imagínense que una vez estrenó una película con el mismo título de otra que hizo anteriormente, pero con un guión totalmente distinto. Háganse esa ahora. ¡Rasgarían vestiduras los expertos de marketing!

Tengo 23 películas de Hitchcock en mi colección, abarcando más de cuatro décadas de carrera de este prodigioso director. Y no sólo las tengo, también las he visto. Si de todas esas joyas yo decidí hablar de una en particular, será por algo.  Hitchcock, un estudiante de ingeniería que decide no terminar la carrera para dedicarse a la televisión, una vez dijo que una película era una máquina para causar emociones en la audiencia. Él se dedicó a crear minuciósamente máquinas que hacen lo imposible para emocionarnos, impactarnos y dejarnos impávidos en la butaca. Y de todas sus máquinas, la más prolífica es Vertigo.

Vertigo está ambientada en San Francisco, California. Una ciudad que es impresionante. Yo fui una vez y la considero unas de las experiencias más fascinantes que he tenido en la vida. Para donde uno mire hay algo hermoso o particular, que hacen de esa ciudad una galería de postales. Sin embargo, San Francisco no era suficiente para Hitchcock. Él se armó los tremendos sets y modificó la ciudad (y sus locaciones) a su antojo. De paso me destruyó uno de mis sueños de la vida que era visitar los lugares donde se filmó Vertigo. Anduve por todos esos lados, pero no reconocí ninguno. El único que reconocí fue…

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El puente rojo en una toma de Vertigo, lo único de San Francisco que Hitchcock consideró ya lo suficientemente impresionante.

Otro recurso magistral de Hitchcock es el uso del color. En Vertigo el color no sólo es bonito (yo diría alucinante), también está al servicio de la historia. Algunos colores representan ciertos temas y ni nos damos cuenta como el maestro los usa para guiar lo que él necesita que sintamos. El típico ejemplo de estos efectos aparentemente inconcientes es  The Shining. Kubrick intencionalmente va haciendo desaparecer pequeños elementos del set, poniendo alerta a nuestro cerebro. «Sentimos» que algo perturbante hay al pasar de una toma a otra, pero no reconocemos exactamente qué. Un efecto similar es el que logra Hitchcock con los colores simbólicos de Vertigo.

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Una escena de Vertigo de colores particularmente bellos. Esta toma es uno de los cuadros que adornan mi casa (true story)
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Otra escena de Vertigo, con los mismos colores de la escena anterior, pero dispuestos de manera diferente. ¿Qué querrá decir con eso?

La música es otro punto altísimo de la película. El compositor es Bernard Herrmann, un frecuente colaborador de Hitchock. Su más conocida obra es ese único violín en la escena de la ducha de Psicosis. Probablemente las notas más populares (y con justa razón) de la historia de las bandas sonoras. Si las bandas sonoras fueran al liceo, la de Psicosis sería el típico compañero que se compra la consola nintendo de última generación. Todas las otras bandas sonoras la envidian! O quizás no todas, pero por lo menos las nerds. En Vertigo quizás no es tan reconocible la música, pero está perfecta. El hecho de que no se conozca más prueba, por enésima vez, que los seres humanos somos unos ignorantes.

Construcción de set, colores, fotografía, música, actuación, todo funciona perfecto para contar una historia. Y es ese el punto más alto de Vertigo: storytelling en su máxima expresión. Una narración que 60 años después, aún se sigue estudiando e interpretando. Si no es mi favorita de siempre, es sin duda una de mis 3 favoritas.

Advierto que Vertigo es una de esas pocas películas que necesitan ser vistas por lo menos dos veces. Mortales que no la han visto (dos veces): se han perdido la mitad de sus vidas.

 

La mitad de tu vida: Citizen Kane

Hace rato que quería inaugurar esta nueva sección a la que he llamado «La mitad de tu vida». Acá hablaré de películas con un poquito más de detalle (prometo que sin spoilers) y me centraré en esas grandes obras que tienen décadas de existencia y que aún no te has dignado a ver. Hoy en particular, les contaré sobre Citizen Kane, película que fue estrenada hace exactamente 77 años, 1 mes y 15 días. Creo que si ha pasado todo ese tiempo y aún no la has visto, es porque necesitas que alguien te la recomiende con entusiasmo.

Citizen Kane es dirigida, escrita y protagonizada por Orson Welles, uno de los nombres más importantes de la historia del cine. Podría llenar párrafos y párrafos con el curriculum de este genio, pero me voy a concentrar en lo importante: era gordito. Sí, Orson Welles era el típico actor gordito que sólo conseguía papeles para… bueno… actores gorditos. En sus años mozos, su más grande éxito fue un comercial de vino donde los publicistas, conscientes del prejuicio del ciudadano común que relaciona gordura con experiencia gourmet, nos contagiaban las ganas de tomar vino a través de la figura de Orson Welles. En cierto momento de su vida, Orson vio Fed up en Netflix, decidió dejar de comer azúcar, ir al gimnasio y adelgazar. Al mismo tiempo, su compañía de teatro (Mercury Theatre) se mandó uno de los más grandes éxitos que se registre en el mundo del espéctaculo: ese famoso radio-teatro de La guerra de los mundos que hizo creer a un país entero que los atacaban los extraterrestres (spoiler: era mentira, puro teatro). Luego de eso: éxito, fama, dinero, selfies con los niñitos de Stranger Things, feud en twitter con Kanye y llamados de estudios de Hollywood para crear películas. Así nació su primer gran proyecto en el cine: Citizen Kane. El que antes era conocido como «el gordito», «el Che Copete» o «la granja de Orson», ahora estelarizaba una de las obras cinematográficas más recordadas en la historia de la humanidad. Digno de La Venganza de los Nerds.

 

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Orson Welles feliz por estar protagonizando la película que el mismo escribió mientras la dirige

Siempre he creído que Citizen Kane es en verdad dos películas. Es, primero, una película de misterio. Desde la primera escena se nos presenta el enigma a resolver que nos tendrá expectantes. Tanto los personajes como los espectadores buscamos una respuesta que, afortunadamente, la película nos entrega en el mejor momento. Pero Citizen Kane es también una película sobre periodismo y sociedad, sobre como alguien puede ser millonario no sólo con dinero, si no que con el poder de la información. El ser humano como ser social y la sociedad como el más humano de los humanos. De las mejores películas sobre periodismo que se han hecho, entre las que destaco también Spotlight, Spielberg/Streep/Hanks y Spiderman 2.

Lo primero que les va a impactar de la película es su guión. Altamente dinámico, atrapa desde el primer instante y con posibilidades de leerse a muchos niveles, permitiendo que la película crezca tanto como uno quiera. Orson Welles inventó en 1941 la estrategia que ahora llamamos «estilo Lost», en que a base de flashbacks y flashforwards nos presenta muchas líneas de tiempo, donde el pasado da pistas del futuro y el futuro nos da pistas del pasado. Y aquí conviene aclarar algo: si bien la película estuvo lejos de ser un éxito de taquilla, sí enamoró a la crítica desde su estreno. No por nada fue la ganadora del Oscar a mejor guión original. Lo segundo que les va a trastornar de la película es la manera en que está filmada. La profundidad de cada toma es simplemente abismante (y eso que está en blanco y negro). Ni pareciera que fuera filmada en los años 40, donde mucho efecto especial no tenían y además debían arreglárselas para mover unas tremendas cámaras, más grandes incluso que el propio Orson Welles. La fotografía, la construcción del set (recordemos eran gente originaria del mundo del teatro), la iluminación y el trabajo coreográfico de los actores (estilo Birdman, por dar un ejemplo) hacen que la película viva. Clase de cine. Manden a cerrar el estadio.

 

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Una toma de Citizen Kane con esa profundidad en blanco y negro
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Esa «profundidad» del cine de Welles en otro de sus hits: The Magnificent Ambersons. Si hubiera un outbreak zombie y yo pudiera salvar sólo una toma de la obra de Orson Welles, sería justamente ésta.
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Welles jugando con la profundidad a través de espejos en su otra maravilla: The Lady from Shanghai. Toma icónica. Iconic shot. New profile picture. Esta va pal insta seguro.

Yo sé lo que van a decir. «Pero Sebastián, Citizen Kane es seguro de esas películas antiguas fomes que no se entiende nada», «si no es un drama de familias checoslovacas yo no la veo» o «profe, esto entra en el examen?». Denle una oportunidad. Les prometo que vale la pena. Si alguien necesita una guía, les recomiendo prestar atención a las palabras de uno de los personajes que nos habla sobre los pequeños detalles de la vida y de como cosas sin importancia a veces son lo que guarda nuestra memoria. Si la ven con eso en mente, la apreciarán. Por cierto, un famosísimo meme tiene su origen en esta película. Veánla para descubrirlo.

Si bien no tengo la autoridad para otorgarle a Citizen Kane el título de «la mejor película de la historia», declaro públicamente que es, sin duda, de las favoritas que me ha tocado disfrutar. Si no la has visto, déjame decirte, te has perdido la mitad de tu vida.